Algo pasa con los turistas. Nadie quiere ser como esos nipones que hacen el viaje a través de la cámara de fotos para después verlo en sus casas, ya que en el lugar de destino no alcanzaron a conocer nada. Entonces hagamos una distinción: no queremos ser turistas, pero tal vez si queramos ser extranjeros. Al salir algo venimos a buscar, algo que puede estar no tan claro al momento de salir, algo que puede rebatir o reafirmar lo nuestro, lo local, lo que hemos discutido y hecho en Santiago. De esta manera hay dos cosas que definen a un extranjero: que está fuera de lo suyo y que está buscando algo. Esa búsqueda hace que la capacidad de recepción de estímulos y de crítica hacia el estado de las cosas sea mucho mayor.

En París hay muchos lugares para buscar, muchos “googles”. 400 parques & jardines, 4000 edificios de equipamiento público,  64 bibliotecas municipales, 134 museos, 168 salas de espectáculos, 350 cines, 20.000 cafés, etc… Lugares para descansar, leer, escuchar un buen concierto. Para pensar. Hay mucha gente que hace cosas y mucha gente que critica esas cosas, y así infinitamente.
A través de todo ello, sumado a las conversaciones y diarios, es que podemos descifrar la manera en que los franceses piensan. Qué es lo que los hace tener los mejores conciertos y festivales, el buen cine, la buena arquitectura, la discusión sobre toda las cosas…
En ese sentido, y con esto espero esclarecer mi punto, hay muchas claves que las da la arquitectura. La arquitectura recoge lo que ha sido la manera de ser y pensar francesa a través del tiempo. Por ejemplo, si pudiéramos decir que en París existe un “orden francés”, así como el dórico, el jónico o el corintio, se debe a que Luis XIV  le encargó eso a Claude Perrault, quien debía constituir el estilo francés a través de la construcción del Louvre. En otra escala, ya la ciudad en sí misma está muy bien diseñada y pensada, esto debido a que los racionalistas del mil setecientos ochenta y tantos decidieron que la ciudad debía ser objeto de estudio y diseño.
En el fondo, todo se traduce en pensar y racionalizar. La clave de París es que “solamente” está bien pensada. Lo mismo para las cosas culturales, un pensamiento y gestión detrás, increíblemente sencillo. El sábado en la noche fue el Nuit Blanche 2004, una noche en que todo el mundo "pasa de largo" con exposiciones, instalaciones, música, danza, videos, etc. Todo bastante experimental y expuesto por toda la noche. Todo Paris en la calle, es increíble cómo se moviliza toda una ciudad.

Pero no es que aquí estén las cosas que busquemos, (no queremos un Louvre para Santiago) sino que creo que el hecho de poder ver las cosas desde otro punto de vista, (que podamos ver cómo otros piensan, construyen sus ciudades y edificios) es lo que nos hace ver (y preguntarnos sobre) lo nuestro desde fuera y más objetivamente.

Alicia León
Estudiante de Arquitectura Pontificia Universidad Católica de Chile